Si pensamos en Italia imaginamos pastas; en Brasil, frutas tropicales; en Japón, arroz; y cuando pensamos en Argentina, a todos se nos viene a la cabeza el mate. Esto nos lleva a preguntarnos ¿es la alimentación una cuestión cultural?, ¿la cultura tiene que ver con hábitos y costumbres?
Etimológicamente, la palabra cultura deriva del latín colere que significa cultivar. Cicerón lo aplicó al cultivo del espíritu, y así surgió el significado humanista de la palabra cultura. Para E.B. Tylor cultura es la totalidad compleja que incluye conocimientos, creencias, arte, ley, costumbres y cualquier otra capacidad y hábitos adquiridos por el hombre como miembro de una sociedad. Por otro lado, Young da la siguiente definición de cultura: pautas más o menos organizadas y persistentes de hábitos, ideas, actitudes y valores que son transmitidos a los niños por sus mayores o por otros grupos mientras crecen.
Si tenemos en cuenta las definiciones anteriores podemos decir que los alimentos y su aceptación son establecidos por la sociedad, es la armonía entre algunos grupos e individuos, representa valores, costumbres y tradiciones. En algunos grupos o sociedades se distingue como un símbolo de unidad, tradición, status, distinción, significados espirituales o de éxito.
Lo que come la gente, tiene profundas raíces en su historia, destacando las influencias manifiestas de género, raza y clase desde épocas prehispánicas hasta la actualidad. Incluso como grupo o comunidad es importante la cocina y su relación con la identidad nacional. Es así como los alimentos, la forma en cómo se consumen y combinan, está a la par del teatro, la música, la danza y la poesía, hablando de expresiones culturales.
En Argentina a lo largo de los años este arraigo por los alimentos y su significado se ha ido perdiendo o bien modificado por la adopción de nuevas culturas / costumbres, se eliminaron y/o incorporaron alimentos, todo ello por exigencias de las comunidades y consumidores que han transformado las necesidades básicas de nutrición en deseos o gusto por ciertos sabores.
La alimentación es un proceso que interactúa con la cultura de cada región, siendo esta la que define en muchas ocasiones el desarrollo de enfermedades como la obesidad y las enfermedades crónicas. En la actualidad la alimentación se basa en harinas y productos industrializados, adición de sabores y azúcares como parte esencial del producto o alimento.
Se adoptaron nuevas costumbres por influencia de los medios de comunicación y por la presencia de marcas, convirtiéndose en moda. Desaprovechando la variedad de alimentos que cuenta nuestro país y región.
Hoy no tenemos una cultura alimentaria adecuada, ya que las prevalencias de una mala nutrición cada día van en aumento. Se puede decir que la cultura ha ido cambiando a lo largo de las últimas décadas, en los años ochenta no se tenían altos niveles de obesidad. Entendiendo que los entornos sedentarios y el exceso de consumo de ultraporcesados han dado como consecuencia el cambio de elecciones y una modificación en la cultura alimentaria.
La salud no es la única motivación para alimentarse, la alimentación se adecua a cada circunstancia o contexto. Las elecciones de los individuos influyen sobre las necesidades nutricionales, junto a otras más inmediatas y cotidianas, como lo son el bolsillo, la identidad, la accesibilidad y los gustos.
Tomando en cuenta que la cultura alimentaria es la base fundamental para promover hábitos y preferencias de una población, y que ignorar esta relación, es condenar al fracaso cualquier acción de promoción de alimentación saludable. Las políticas publicas deben tener en cuenta los principios fundamentales que condicionan las maneras de vivir, conciliando las recomendaciones con la cultura.
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