La clave es, no cambiar el tabaco por la comida.
La nicotina, es el componente más adictivo del tabaco, actúa como anorexígena y reduce el apetito. Además, en el aparato digestivo, disminuye los movimientos musculares necesarios para la digestión de los alimentos y reduce la función de la vesícula biliar, necesaria para que las grasas se asimilen, todo esto dificulta la absorción de nutrientes. Esto contribuye al aumento de peso cuando se abandona el cigarrillo.
Por otro lado, al dejar la adicción mejoran enormemente los sentidos del gusto y del olfato. Las comidas pasan a tener mejor sabor y aroma y, por lo tanto, se despierta más el apetito. Se come con más ganas y comienzan a desearse alimentos con sabores fuertes. Así, se genera más ingreso de comida y, por ende, más calorías que llevan al aumento de peso. Además, en ausencia del tabaco aumenta el estrés y la ansiedad y se trata de calmar los nervios comiendo más de lo debido.
Entonces, ¿conviene dejar de fumar? ¿engordar?. Si llevamos a cabo una alimentación correcta y se practica ejercicio de manera habitual, no se va a producir forzosamente un engorde. La clave es entender la importancia de dejar de fumar. Como efecto sustitutivo, no debemos cambiar el tabaco por la comida, sino por otra actividad que nos distraiga pero que no nos haga daño. A continuación, te dejamos algunas claves.
Racionaliza los antojos: al dejar de fumar es común el antojo de golosinas. Es importante que antes de comer te preguntes si en realidad tenés hambre o es sólo un impulso para combatir la ansiedad.
Snacks saludables: tené siempre a mano algo para picar o masticar como frutas (la
manzana es ideal), palitos de zanahoria o chicles sin azúcar.
Organiza tu menú: realiza al menos cuatro comidas y dos colaciones por día. Aumenta el consumo de lácteos, frutas y verduras.
Los prohibidos: durante los 10 primeros días sin cigarrillos es fundamental que evites frituras, salsas, alimentos muy salados, chocolates, postres, café u alcohol, porque son alimentos que estimulan los deseos de fumar.
Toma más líquido: aumentar el consumo de agua y jugos sin azúcar, tanto para el almuerzo o cena como entre comidas, ayuda en la desintoxicación del cuerpo además de quitar el hambre, ayudando a mantener el peso normal.
Hace más actividad física: hacer ejercicio no sólo quema calorías sino que, además, te hace pensar en otra cosa, manteniendo tu mente libre de humo. Te vas a dar cuenta de cómo mejoró tu resistencia.
Una buena idea: es hacer un listado de diez cosas que te producen placer, dejando de lado al tabaco, un baño de inmersión, leer un libro que te atrape, conversar con amigos, ver una buena película, cantar o bailar. También hacer trabajos manuales (como dibujar, pintar, tejer o practicar jardinería), que te mantienen las manos ocupadas en reemplazo de tu antiguo acompañante, el cigarrillo. En fin, sumar cualquier actividad que resulte gratificante y placentera, pero que no implique daño.
Cuando se evalúan las ventajas y desventajas de dejar de fumar, no puede haber duda alguna de la decisión. Vencer una adicción tan nociva para nuestra salud, al mismo tiempo adquirir hábitos saludables para no aumentar de peso, es una doble apuesta. No es ni fácil ni difícil, lo seguro es que... ¡Vale la pena!
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