Las Naciones Unidas, conscientes de que la protección y el mejoramiento del medio humano es una cuestión fundamental que afecta al bienestar de los pueblos y al desarrollo económico del mundo entero, designo el 5 de junio, como el Día Mundial del Medio Ambiente.
La celebración de este día nos brinda la oportunidad de ampliar las bases de una opinión pública bien informada y de una conducta de los individuos, de las empresas y de las colectividades inspirada en el sentido de su responsabilidad en cuanto a la conservación y la mejora del medio.
La tecnología de la siembra directa que se emplea en nuestro país, utiliza una dosis importante de herbicidas, como el glifosato para la soja y la atrazina para el maíz.
La producción agropecuaria tiene profundos efectos en el medio ambiente, son la principal fuente de contaminación del agua por nitratos, fosfatos y plaguicidas. También son la mayor fuente antropogénica de gases responsables del efecto invernadero, metano y óxido nitroso, y contribuyen en gran medida a otros tipos de contaminación del aire y del agua. Los métodos agrícolas, forestales y pesqueros, y su alcance son las principales causas de la pérdida de biodiversidad del mundo.
Por otra parte, existe la producción de alimentos, sanos, seguros y soberanos, que tiene como objetivo innegociable satisfacer las necesidades alimentarias locales, priorizando la producción local, favoreciendo la relación directa entre productor y consumidor. Todo en equilibrio con la naturaleza.
Todo esto nos lleva a pensar en el derecho de los pueblos a definir libremente las políticas, las prácticas y las estrategias de producción, distribución y consumo del alimento. Es decidir elegir como comunidad qué queremos comer y cómo producir; y para ello qué queremos cultivar y cómo lo queremos hacer. Se trata de que como comunidad podamos tomar esas decisiones y ejercer control sobre nuestro sistema alimentario.
Estamos frente a un modelo global claramente dominante, pero de a poco son los municipios los que de alguna manera comienzan a impulsar políticas públicas que permiten la transición hacia el modelo de la agroecología. Este término se ha convertido en un nuevo paradigma contrapuesto al modelo agroindustrial dominante en materia de producción alimentaria.
Por eso se sostiene que el modelo instaurado por el paquete de transgénicos es un modelo que genera un daño permanente en la cadena de la vida. Sin duda es un modelo claramente violatorio a nuestro sistema de Derechos Humanos: el derecho a la vida, a la alimentación, al agua. A vivir en un ambiente sano (Diálogo con marcos Ezequiel Filardi: La soberanía alimentarias decidir libremente como comunidad, que queremos comer y como producir. Diario El Argentino Mayo 2019.)
Disponemos todo para producir alimentos sanos, soberanos, solidarios y de calidad; que no sean rociados con tóxicos.
La Soberanía Alimentaria sostiene que es posible producir los alimentos en armonía con la naturaleza, en armonía con los seres humanos y que no es necesario depender de fertilizantes sintéticos ni de transgénicos y mucho menos de agrotóxicos.
Cada uno de nosotros puede, en ese acto íntimo y sagrado que es el alimentarse, decidir qué se llevará a la boca. Protejamos nuestro Medio Ambiente.
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